martes, 12 de noviembre de 2013

ANDRES AVELINO CÁCERES FUE MASÓN

El héroe de la Campaña de la Breña, el organizador de la Resistencia Nacional durante la guerra con Chile (1879 – 1883) fue masón y se inició en la Logia “Concordia Nacional” en 1860,
Nació en Ayacucho el 10 de noviembre de 1836 en el hogar de Domingo Cáceres y Justa Dorregaray Cueva, de cimentada posición económica (12).
Poco se sabe de su infancia. Es posible que jugara con los niños indígenas que vivían en la hacienda paterna, y que tuviera por ellos sincero afecto. Acaso sus primeros conocimientos del quechua provienen de aquella etapa de su niñez.
Fue matriculado en el colegio “San Ramón”, que había sido inaugurado el 31 de agosto de 1849. Cursó gramática, retórica, matemáticas y filosofía. Ya joven, ganado por el deseo de ser militar decide ingresar al ejército. Lo hace el 13 de mayo de 1854, en calidad de subteniente, en el batallón “Ayacucho”. Su jefe es el
prestigioso general Fermín del Castillo.

Dos meses después (05.07.1854) Ramón Castilla, en Ayacucho, decreta la supresión del tributo indígena; y en diciembre del mismo año, en Huancayo, la abolición de la esclavitud del negro. Cáceres, quien forma parte del ejército castillista, se bate más tarde (05.01.1855) en la batalla de la Palma, en las afueras de Lima, contra el ejército del general José Rufino Echenique.
Muy poco dura la calma en el País. El 18 de octubre de 1856 se promulga una nueva Constitución, que ha sido elaborada por un compacto grupo de intelectuales de pensamiento liberal; pero el general Manuel Ignacio de Vivanco se levanta en armas (01.11.1856) en Arequipa, “en franca oposición al extremo liberalismo de esa Carta Política”(13). Ha llega el momento para que Cáceres, joven de veintidós años, perfile una vez más su espíritu de lucha. En Tacna, como miembro de la guarnición de la ciudad, a las órdenes del coronel Mariano Pío Cornejo, contribuye a rechazar las tropas del coronel Lorenzo de la Flor. Su comportamiento militar lo hace merecedor a ser ascendido a teniente graduado (27.01.1857) y al cabo de cinco meses (12.06.1858) a efectivo.
Marcha hacia Arequipa en la división del general Miguel San Román y combate en Yumina (29.07.1857). Mientras tanto vuela la noticia que desde Lima ha llegado el general Ramón Castilla. La ciudad esta sitiada, más se sostiene bien y sus defensores causan grandes bajas a los sitiadores. Cáceres avanza con la 2da. Compañía del “Ayacucho” (30.11.1857) y lucha encarnizadamente en el lugar conocido como Siete Chombas. Temerariamente se mete a la ciudad. De repente sus jefes, que veían la acción en la que estaba envuelto, hacen tocar retirada. Y Cáceres tiene necesariamente que contramarchar.
Acta donde se informa el ingreso a la orden de un joven
llamado Andrés Cáceres 
Lo atraían a Ud. Para envolverlo, le dice el general. Esto no es un juego de muchachos. Su arrojo es bárbaro. Al año siguiente es ascendido a capitán graduado (11.01.1858). Dos días después se distingue en el encuentro de Bellavista ((13.01.1858), cerca de Tingo. Por fin llega el momento de tomar por asalto la ciudad. Es el 7 de marzo de ese año de 1858. Leamos lo que en un antiguo impreso se cuenta de ese momento en que Arequipa cae en poder de las tropas gobiernistas:
“En la noche del asalto a la población, Castilla se dirigía a la vanguardia mandoble en descubierta para despejar el campo. Tomada la primera trinchera, tuvo orden de seguir adelante por los techos, escalando casa por casa hasta colocar la bandera de su compañía como aviso en el conventillo de San Pedro. Mientras avanzaba haciendo y recibiendo fuego por la bóvedas altas, guareciéndose en lo posible con sillares los soldados que uno tras otro caían sin detener a los demás, y haciendo ya uso de escalas, ya de largos tablones que servían de
puentes entre edificios y bocacalles, Castilla cañonea al enemigo; y la división del coronel Bustamante pasando sobre cadáveres, atacaba por retaguardia el mismo fuerte de San Pedro al que se introdujo abriendo brecha en los muros de la huerta. En esa acción, durante la cual corría roja, llena de sangre el agua de la acequia, Cáceres perdió la tercera parte de su gente y a dos oficiales, pero plantó su bandera en el sitio indicado”.
Los revolucionarios disponían de dos formidables fortalezas: la torre del convento de Santa Rosa que llamaban de MalaKoff por el recuerdo reciente de Sebastopol, y la de Santa Marta, las cuales por su corta distancia una de otra, protegiánse mutuamente. Después de algún descanso, continuó Cáceres avanzando, escaló la torre Santa Rosa, se posesiono de la primera bóveda que abandonaron para reforzarse en la segunda; y cesando los fuegos en ésta quedó dueño de la posesión, recibiendo siempre los tiros de Santa Marta. El coronel Beingolea que había llegado a la parte baja abrazó efusivamente al valiente oficial. Continuaba éste en su puesto de honra, cuando de súbito, ya en la tarde, penetróle bajo el ojo izquierdo una bala que destrozó el cartílago inferior y salió por la oreja del mismo lado. Quedo el temerario guerrero de 22 años tendido entre los muertos. Refiérese que al saber el mariscal Castilla que había esperanzas de salvarlo, exclamó con su típica entrecortada frase: -Herida grave...muy grave... que no es mortal. Dios lo reserva sin duda... si... lo reserva para grandes cosas”. (14)
La defensa de la ciudad fue heroica. Se combatió sin pedir ni dar tregua. Un joven artillero de 25 años, con el grado de teniente coronel, cae herido de gravedad en el fuerte Malakoff. Al cabo de dos días de agonía, fallece rodeado de su familia. Es Benito Bonifaz, el poeta. Aquel que había escrito:
“¿Los veis lanzarse a la pelea/ con la serenidad de los valientes? / Son los hijos del Misti, los ardientes / soldados del honor. / ¿Los veis marchar con la cabeza erguida / en busca de la gloria o de la muerte? / Son los hijos del Misti, los de fuerte / y noble corazón”.

Cáceres en la misma fecha, gana los galones de capitán efectivo. Está físicamente agotado; mientras cura sus heridas, el tiempo pasa lentamente. Al fin, restablecido, viaja a Lima y lo destinan a la segunda compañía del batallón “Ayacucho”. Sus amigos, por entonces, bromean con él cuando le ven la horrorosa herida en el ojo.
Cáceres siguió su carrera militar. El presidente Ramón Castilla trata de conducir a la nación por el sendero del progreso. Pero Ecuador ha cedido a Gran Bretaña parte de la zona del río Pastaza (21.11.1857), que no le pertenece. El tratamiento diplomático ante el gobierno de Quito, no da resultados positivos y el ejército peruano tiene que marchar al norte. Cáceres forma parte de los oficiales y soldados que viajan a bordo del vapor “Huaraz”. Es el 30 de setiembre de 1859. Guayaquil es ocupada el 7 de enero de 1860. El batallón “Ayacucho” retorna al Callao (15).
Decide ingresa a la Logia, ser masón como muchos de sus compañeros de armas.  En la votación del 12 de junio se decidió que ingrese a la orden masónica, por lo que un día después se procedió a su iniciación. Hay informes favorables en el libro Presentación de Profanos: 1851 – 1871. Expediente N° 242. De esos  documentos hemos extraído estos datos: 23 años de edad (16). Estado civil: soltero. Militar. Natural de Ayacucho. La fecha es del 22 de mayo de 1860.
En el libro de Ingresos figura así:
Peruano. 23 años, católico, militar, soltero.
Aprendiz el 13 de junio de 1860.
Fuente: Archivo del Instituto Histórico de la Gran Logia del Perú.
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 (12) La fecha de nacimiento de Cáceres la hemos sacado de El Biógrafo Americano (1903) que editaron Buenaventura y Guillermo Seoane; de “El Comercio” del 6 de enero de 1886; y del perfil biográfico que publicó Juan Pedro Paz Soldán y Valle Riestra, en 1917, en su Diccionario de Peruanos Contemporáneos.
(13) Tauro, Alberto: “Breve biografía del mariscal Andrés A. Cáceres”, en Los héroes de la Breña. Lima, 1982,pág. 17.
(14) Seoane, obra citada: pág. 291.
(15) Sobre la expedición a Guayaquil puede consultarse de Carlos Dellepiani, Historia Militar del Perú, capitulo X, Lima, 1965, Tomo I. y, también. Historia de la Marina de Guerra del Perú, de Manuel I. vegas, edición del Museo Naval, 1978, pág. 96 a 99.

(16) Nacido el 10 de noviembre de 1836, tenía, en realidad, 23 años y siete meses.

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