martes, 12 de noviembre de 2013

PRIMEROS MASONES JAPONESES EN EL PERÚ - PARTE 2/3


Kobe florece en un estrecho territorio arropado por los montes Rokko, al norte, y al sur por el mar interior que baña y embellece la bahía de Osaka que fue, siempre, una ciudad portuaria importante y, también, una de las primeras en abrirse al comercio extranjero a finales del periodo Edo.
Aquí empieza el sueño y la esperanza de un hombre, la nueva oportunidad de comenzar una nueva vida, más próspera, más plena, en otras tierras de diferente cultura y paisaje. Valiente decisión que conlleva el coraje de dejar familia, amigos, costumbres y de todo aquellas querencias adquiridas hasta ese momento para enfrentarnos a lo inesperado y, acaso, desconocido.
Es así que el ciudadano llamado NONOMIYA MOTOZO, llega en enero de 1916 cuando arriba al puerto del Callao, y en esa nueva realidad construir sus ideales con el brío y empuje que su juventud le inspira y que bullen dentro de él.

Trabajo y talento le llevan a ser un miembro próspero y destacado de su comunidad y a la presidencia de la Asociación Peruano Japonesa durante 1926, cargo en el que es reelegido en los periodos de 1931 y 1941.
Siendo un hombre con opinión propia, con fundamentos morales que ejercitaba en su diario quehacer, también era un alma que albergaba los sentimientos de búsqueda de elevación espiritual a través del estudio y el conocimiento de las verdades que ennoblecen.
Es así que encontramos su solicitud de ingreso, según consta en los registros de la Gran Logia del Perú, menciona de profesión, la noble tarea de profesor, ser un hombre casado, fiel seguidor de Buda, que trabajaba y ejercía como droguista. Así mismo, haber nacido en la ciudad de Kobe, el 22 de enero de 1892.


Al ser admitida su solicitud se ejercía una de las características principales de la Orden: “Centro de Unión” de todas las creencias religiosas, a través del cultivo de la fraternidad que une en amistad sincera a todos aquellos que de otra manera no se hubiesen conocido y que -en muchos casos- mantenido una animadversión, que la Luz masónica disipa.
Esto ocurría en un determinado momento del 17 de octubre de 1927 y la Logia que lo acogía era Arca de Noé N° 8, cuyos obreros, abiertos sus trabajos, esperaban en un ambiente solemne, cubierto por la Armonía y rebosantes los corazones de la alegría y esperanza de recibir a un nuevo hermano.
Un rasgo distintivo de la R\ L\ S\ Arca de Noé Nº 8 es su fraterna cohesión, la fortaleza amical de sus obreros, enmarcadas en la belleza de sus trabajos. La observancia de este entorno no le fue ajeno al recién iniciado, ello era compatible con lo que enseña Siddhartha Gautama, del que era su fiel seguidor, en el siguiente comentario:
La amistad admirable, el compañerismo admirable, la camaradería admirable, en realidad, es la totalidad de la vida santa. Cuando un monje tiene personas admirables como amigos, compañeros y camaradas, se puede esperar que él desarrolle y persiga el noble óctuple sendero”. (SN 45,2 Upaddha Sutta – Discurso de la Amistad)
Pasa al segundo grado el 20 de diciembre de 1927 y es en esos años, que preocupado por transmitir las costumbres y valores como la perseverancia, la disciplina,  el trabajo, la honradez, la solidaridad, la humildad, propias del carácter japonés y que la masonería encarga practicar con intensidad es que, junto a los señores Nakataro Aray, Chuzo Fujii y Hajime Kishii, inauguran el 18 de abril de 1928, en el hogar de este último, en la calle Emilio Fernández, una escuela a la que llamaron “Jishuryo” – “Aprender del Tiempo”-  encomendándole la dirección al Sr. Hisao Ikeyama. Fueron sus primeros alumnos, los hijos de los fundadores: Yoshio Nonomiya, Yoshio Aray, Setsuko Fujii y Masao Kishii. Dos años después, en 1930, se traslada a un local más amplio en la calle León Velarde.
Como consecuencia de las políticas establecidas durante la Segunda Gran Guerra nuestro hermano masón fue deportado al Japón, ejercía, en ese momento, la dirección del colegio.
La semilla sembrada en un surco de valores y sentimientos con amorosa mano es, hoy, un frondoso y generoso árbol que produce cada año promesas y futuro que van a completar su formación a otro centro educativo de similar filosofía. Otro árbol que surge como proyección del primero.
Consecuente con sus ideales, al construir su propio templo a la Verdad, edifico otro al Saber, para sus pequeños semejantes.

PUERTO DE HYOGO
Barco de vapor extranjero ingresando tras el final de la política de aislamiento en 1853
IMPRESION XILOGRAFICA JAPONESAAñadir leyenda
Promoción 1950 del colegio Santa Beatriz

Colegio “Jishuryo” 1924
SENTEI YAKI (YAGI)

Nacido en Shuri, Okinawa el 12 de diciembre de 1884.
La antigua ciudad de Shuri se estableció alrededor de la fortaleza o castillo del mismo nombre, cuya fecha exacta de construcción no es conocida aunque, se supone, terminado alrededor de 1427.
Sho Hashi (1371- 1439) un líder popular y querido, además de administrador muy capaz reunió los reinos de Chuzan, Nanzan y Hokuzan, estableciendo el Reino de Ryukyu coronándose como su rey, designando al castillo como su residencia, corte imperial y centro administrativo del reino y por cerca de 500 años fue el corazón político, económico y cultural del pueblo Ryukyu, orgulloso pueblo, con una cultura e idioma propio, esparcido por las islas de Okinawa y Taiwán.
Abolido el reino, el 27 de marzo de 1879, e incorporado al Japón como la prefectura de Okinawa se designa a la ciudad de Naha como la nueva capital, decisión que produjo la decadencia y el desorden económico de Shuri, empujando a sus desempleados pobladores a buscar sustento en otras latitudes.
Desde sus arenas blancas que acaricia un bello mar turquesa enmarcado en el azul de su diáfano cielo, parten con sus esperanzas y costumbres a otras tierras, llegan a Hawái, Filipinas, Nueva Caledonia y a otros muchos destinos. Arriban a nuestras costas el 21 de noviembre de 1906 a bordo del “Itsukushima Maru” unas 36 personas oriundas del “Reino de la Cortesía”, iniciándose así la inmigración Okinawense a nuestra patria.
Sentei Yagui estudió en la Universidad de Waseda, en Tokio, en la que se graduó en 1906; poco después fue contratado por la empresa de colonización de Meiji para proteger sus intereses y ayudar a establecerse a los primeros Ryukyuan contratados para las haciendas de la costa. Llegado al Perú en febrero de 1907 en el cuarto embarque de okinawenses, colabora con un periódico limeño y se establece en Lurín, en las afueras y al sur de Lima, donde, en 1908, abre una tienda y luego un hotel y se involucra en el negocio del algodón.
Alma noble, de corazón benevolente, desde su negocio ayuda a todos aquellos que al término de sus contratos o que, al romperlos, fugándose, se encuentra en una difícil situación. A unos ofrece alimento, a otros refugio, a muchos les restablece su salud al llevarlos a hospitales y a todos, la oportunidad de construirse un destino a través de su propio trabajo.
Propicia los primeros “Tanomoshi”, especie de juntas o panderos, como medio de agenciarse de un capital sin las obligaciones engorrosas que solicitan los bancos o los altos y abusivos intereses que exigen los prestamistas, y, a la vez, como un fondo de ayuda y previsión en caso de una enfermedad, colaboración en los entierros, socorro en los momentos de urgencia y, sobre todo, de unión fraterna llena de mística, cultivo de la amistad y apoyo mutuo.
Bajo el liderazgo de Sentei Yaki se funda, el 27 de julio de 1910, la “Asociación Juvenil Okinawense”- Okinawa Seinen Doshi – Kai -, con la finalidad de mantener y cultivar los lazos de cultura y tradiciones del Reino de la Cortesía, a través de la práctica del deporte y el folklore. La preside en 1910, 1911, 1919 y 1920.
Por esos años trabaja para la Inca Rubber Company para desarrollar el negocio del caucho en la selva del Madre de Dios, entre Perú y Bolivia, adonde se traslada junto a otros 30 Ryukyuans.
Preside la Sociedad Central Japonesa, hoy denominada Asociación Peruano Japonesa, en 1928, fundada el 3 de noviembre de 1917, logrando su inscripción en los Registros Públicos un 15 de octubre de 1928.
Un espíritu libre, de cálido corazón; justo e inquieto pensador que realiza cabal y honradamente proyectos y esperanzas, es natural que se encontrara con aquella institución que tiende a formar iniciados, es decir hombres en la más noble acepción del vocablo. De aquellos que aprenden a reconocer la verdad, que actúan conforme a la razón, impregnada de nobles sentimientos.
Y, decide de su…”libre y espontánea (Sic) voluntad y bajo mi palabra de honor, me ofrezco como candidato à la Sociedad Masónica, bien impuesto y enterado como estoy del anterior programa y deseando ser útil a la humanidad”.
Con fecha 5 de julio de 1929 la Secretaría de la Logia Júpiter N° 33, mediante oficio N° 23, que el 22 de junio de 1929 ha sido aceptada la propuesta para su iniciación” del Sr. Sentei Yaki.
 Declara creer en Dios, ser peruano por nacionalización, comerciante, casado y con domicilio en el Jr. Washington Izq. 799. Nacido en Shuri, Japòn, el 12 de diciembre de 1884.
La solemne Ceremonia de Iniciación se lleva a cabo el 14 de setiembre de 1929, “con las formalidades establecidas por nuestros estatutos”.
Se tiene evidencia que siendo ya maestro masón, es elegido el 9 de junio de 1934 como Porta Espada, cargo para el cual fue reelegido en las elecciones del sábado 8 de junio de 1935, para ese periodo.
Sus actividades se ven malamente interrumpidas cuando el 12 de enero de 1943 fue deportado a EE.UU. al campo de concentración de Cristal City, como consecuencia de la política asumida por Perù durante la Segunda Guerra Mundial.
Su existencia se ve conmovida cuando  el Emperador del Japón, en 1966, lo condecora, en reconocimiento a su ejemplar trayectoria en la vida.



Fuente: Instituto Histórico "Jorge Basadre" de la Gran Logia del Perú

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