Las culturas antiguas
tenían particular respeto y dedicación a la astronomía y de manera especial al
Sol, a cuyo estudio y ofrenda dedicaron gran cantidad de sus templos. Por ello
se les daba a los solsticios especial atención, puesto que son precisamente los
momentos del año cuando el sol llega a sus puntos más lejanos de oscilación
entre el Sur y el Norte, en junio (Cáncer) y diciembre (Capricornio) ; es
decir, en el momento que en el Astro Rey tiene su máxima declinación meridional
(al sur) o septentrional (al norte), aparentando detenerse (de ahí el termino
latino Sol – Stitium) para iniciar su camino pendular de
regreso hacia el otro extremo. Este fenómeno donde por tres a cuatro días pareciera que el sol está quieto, para luego comenzar el nuevo ciclo, es lo que llamó la atención a los antiguos hombres.
regreso hacia el otro extremo. Este fenómeno donde por tres a cuatro días pareciera que el sol está quieto, para luego comenzar el nuevo ciclo, es lo que llamó la atención a los antiguos hombres.
Este fenómeno (solsticio de verano para el hemisferio sur) comienza
entre el 21 y 22 de diciembre y termina entre el 23 y 24 de diciembre. Es decir
el sol comienza a “moverse” a partir del 25 de diciembre. Comienzan las coincidencias.... Continuamos con la explicación, mencionando
que desde las épocas más remotas y prácticamente en todas las civilizaciones se
han festejado las fechas en que se presentan los solsticios: en Roma, se
dedicaban al Dios JANO, representativo del Sol, quien presidía los comienzos
conocido como el “Sol invictus”.
La masonería no es ajena a
tomar como referencia los acontecimientos solsticiales. Y podemos agregar que el
cristianismo, conocido receptáculo de las doctrinas anteriores a ella, adoptó
la tradición Juanítica primitiva y la asimiló a la mitología Crística, ocupando
un lugar preponderante al anular las fiestas “del asno” en verano y las
“saturnales” de invierno para cambiarlas por las fiestas de San Juan Bautista y
San Juan Evangelista, respectivamente. En la Edad Media el ya entonces San Juan
de los cristianos fue adoptado como “santo patrón” de los Collegia Fabrorum de
artesanos y luego de los constructores, masones operativos, de donde pasó a la
masonería especulativa desde su mismo surgimiento, a principios del Siglo
XVIII.
Desde entonces y hasta la
fecha, la Francmasonería asimiló a Janus dentro de su estructura simbólica y
celebra en su honor las fiestas de Solsticiales y representan el eterno
contraste de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte y el eterno renacer
de la creación, donde nada puede ser destruido, solo transformado, también
representan la armonía cósmica, que permite observar, año tras año, como se
cumplen con asombrosa regularidad, de acuerdo a las leyes físicas de su
relación con la tierra, prolonga los días o las noches, haciendo que la
naturaleza cumpla inexorablemente sus ciclos biológicos. Actualmente, en la masonería en estas fechas se renuevan las autoridades de cada logia, dándole un fin y un nuevo comienzo a cada taller.
Volviendo al solsticio
celebrado por los romanos llamado la fiesta del “sol invictus”; fue la iglesia
primitiva cristiana que en la época de Justiniano “El Grande” al notar que era
la fiesta más grande del imperio romano, pues comenzaba con el Festival
Saturnalia (para el hemisferio norte) era cuando las tareas en el campo se
terminaban y llegaba la noche más larga, los romanos se relajaban, colgaban la
toga en el armario, se vestían de forma informal y se olvidaban por unos días
de las reglas que les oprimían durante el resto del año. Todo empezaba en el
templo de Saturno, con un estupendo banquete (lectisternium) y al grito
multitudinario de “Io, Saturnalia”. De esto se tiene evidencia escrita como El
poeta Catullus (84 a.C-54 a.C) decía que eran “los mejores días” y Séneca El
Joven (4 a.C-65 d.C) que “toda Roma se volvía loca” durante las fiestas: “La
multitud se deja llevar por los placeres”, escribió. Los romanos salían a la
calle a bailar y cantar con guirnaldas en el pelo, portando velas encendidas en
largas procesiones. La Saturnalia era una ocasión para visitar a los amigos y
parientes e intercambiar regalos. Se cerraban las escuelas, los tribunales y
las tiendas, se paraban las guerras, se liberaba a los esclavos, y los romanos
cometían todo tipo de excesos con la bebida y la comida.
Era la fiesta de la
libertad y la desinhibición, y se organizaban juegos, bacanales, bailes de
máscaras y espectáculos desenfrenados que estaban prohibidos el resto del año.
Los cristianos utilizaban el término saturnalia cuando querían decir orgía. Después
del día 25, empezaba el festival de Sigillaria, dedicado, sobre todo, a hacer
regalos a los niños: anillos, muñecos de terracota, sellos, tablas de
escritura, dados, pequeños objetos, monedas, y, ¡bolsas llenas de canicas! Hay
muchos bajorrelieves y documentos que reflejan a los niños romanos jugando a
las canicas durante la Saturnalia(ver gráfico).
Durante estos días, se decoraban las casas
con plantas verdes, se encendían velas para celebrar la vuelta de la luz, y se
colgaban figuras de los árboles, pero no metían árboles dentro de casa. Los
romanos sólo adornaban los que estaban plantados en la tierra. Y tal como lo decíamos
al comienzo, llegó Constantino I a ser el emperador romano, y en el año 312
d.c. decide legalizar el cristianismo, pues además de las divisiones en su
imperio, no quería más enemigos. Asi llega el año 321 y declaró que el día del
“nacimiento del sol invencible”, que se celebraba el 25 de diciembre, debía ser
considerado como una nueva fiesta cristiana para celebrar el nacimiento de
Cristo. Con estas tácticas, no se alteraba el calendario romano, y las
tradiciones paganas se fueron adaptando al cristianismo. Asi llega el año 350, y
el papa Julio I reconoció oficialmente el 25 de diciembre como la Fiesta de la
Natividad. Así de simple.
La Navidad llegó a Egipto
hacia el año 432, y a Inglaterra al final del siglo VI. Alcanzó los países
nórdicos a finales del siglo VIII.
En la actualidad, los
cristianos occidentales (El Perú incluido por supuesto) lo celebran el 25 de diciembre
pero los ortodoxos lo hacen el 6 de enero, basándose en las referencias de un
académico griego, Clemente de Alejandría, que a su vez escribió sobre otro
maestro griego, Basillides, que dijo que Jesucristo nació el 6 de enero.
Clemente se refiere a la Fiesta de la Epifanía, que en España se celebra como
el Día de los Reyes Magos.
Los primeros estudiosos cristianos,
como el teólogo Orígenes (185-253), condenaban la celebración del nacimiento de
Cristo “como si fuese un faraón”. Decía que sólo se festejaba el nacimiento de
los pecadores y no de los santos. Hoy, algunos grupos fundamentalistas, como
los testigos de Jehová, no celebran la Navidad, por su origen pagano. Tampoco
los cumpleaños, dicho sea de paso.
Parece bastante claro que
Jesucristo no nació en diciembre. Es muy improbable que los pastores durmiesen
con sus ovejas a la intemperie en diciembre, cuando las temperaturas en Judea
caían hasta bajo cero y era época de lluvias. Se ha especulado con muchas
fechas: el 16 de mayo, el 9 o 20 de abril, el 29 de marzo,…pero es algo
imposible de averiguar con certeza.
Todavía hoy, muchas
culturas celebran el solsticio de invierno. Para los pueblos indígenas, como
aimaras, quechuas, rapanui y mapuches, la llegada de estas fechas coincide con
la tradición de agradecer por el año anterior y pedir al padre Sol que retorne
con mayor fuerza después de su retiro invernal. La Saturnalia y las fiestas en
torno al solsticio de invierno trataban de la familia, la fertilidad, el
cambio, la renovación, la protección, el nuevo ciclo. Un nacimiento.
Mera coincidencia ¿? Pues terminamos estas líneas con la
siguiente frase:
Io Saturnalia! Ave Sol
Invictus! ¡Feliz Navidad!
Ivo Pino Ramos
Fuentes: kindsein.com
http://teleformacion.edu.aytolacoruna.es/SOLSTICIO/document/
Ivo Pino Ramos
Fuentes: kindsein.com
http://teleformacion.edu.aytolacoruna.es/SOLSTICIO/document/
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