lunes, 2 de noviembre de 2020

LA JUVENTUD EN LA MASONERÍA

Sobre la la juventud actualmente se puede decir, que se ha caracterizado por tratar de ser diferente y entrar en contradicción con la generación anterior. En esa misma sociedad el adulto mayor no puede competir con la velocidad y el frenesí de las personas de poca o mediana edad. Por eso cuando un joven quiere avanzar, e interroga a su preceptor, no es raro que éste lo detenga aconsejándole: "No vayas tan acelerado. Eso lo aprenderás en los años venideros". Y la verdad es que el muchacho no está cometiendo ningún desafuero, sino que ha dejado a su conductor en situación embarazosa. En el seno de la Masonería el fenómeno es distinto. Aquí no hay contradicciones entre nuevas y viejas generaciones.
En la Masonería la contradicción fundamental está representada por un " ... choque de armas, con lo que hemos querido simbolizar la lucha encarnizada que tiene que sostener el hombre digno y amante del derecho, en pro de la virtud y de la inocencia ultrajada; en apoyo de los ofendidos por la mentira, la calumnia o la injusticia; en resguardo de la propia o de la ajena honra; en defensa de la patria". En otras palabras: para un verdadero Masón la contradicción fundamental no es con el otro Masón, sino de toda la Institución con la sociedad profana, como se le ha llamado en nuestro lenguaje ancestral.
Es de anotar que la palabra juventud ni siquiera aparece en los diccionarios más importantes de la masonería. No obstante, hoy el tema de la juventud está adquiriendo cada vez mayor importancia en los quehaceres Masónicos. La razón está en el relativo estancamiento del crecimiento cuantitativo de la Orden, refiriéndose solo a nivel Sudamérica, lo que trae como consecuencia una Masonería que se debate en la angustia con una membresía que ha llegado con honores merecidos a la edad crepuscular. En esas circunstancias, la esperanza y la fe en la juventud han sido proclamadas por los últimos congresos y conferencias Masónicas, y por otros eventos de singular importancia. Pues bien, enhorabuena la Masonería nuestra comienza a enarbolar el fenómeno de la juventud y a tener fe en ella. Y en verdad, estamos ante un tema que nos lleva a levantar la mirada, tratando de escrutar los signos de los tiempos, sobre todo en una época que reclama urgentes y necesarias transformaciones políticas y sociales, en las cuales debemos participar. Para ello, la Masonería requiere líderes bien formados en los principios de la Orden con capacidad para realizar valiosas proyecciones sociales y políticas en la coyuntura actual donde escasean los temperamentos honorables e idealistas. Esto nos obliga a dar una mirada penetrante sobre el fenómeno de la juventud, la cual puede entenderse en forma cronológica o en forma psíquica. En el caso de la Masonería, esta Augusta Institución no puede conformarse con buscar una juventud cronológica. Nos interesa sobremanera la juventud psíquica. Es decir, la mentalidad juvenil. Esto significa que la Orden necesita gente con vigor, frescura y energía, independientemente de la edad vulgar. Para la Masonería, juventud  es vida intensa, es vitalidad, es ganas de vivir, es creatividad. En esta apreciación nos ayuda mucho la sentencia de Gabriel García Márquez cuando dice: "La edad no es la que uno tiene sino la que uno siente”. De esa manera, en los Talleres Masónicos brillan con luz propia ancianos con alma de fuego. En cambio, en los Cuadros Logiales podemos encontrar "jóvenes" que no calientan ni su puesto en Logia. Para la Masonería, la diferencia entre juventud y vejez es la misma diferencia que hay entre el que piensa y el que vegeta. En ese sentido hay jóvenes que tienen una vejez prematura, porque sus sueños se encuentran abatidos.
Con ese marco conceptual es preciso decir que para llegar a la juventud y construir con solidez la Gran Obra, la Masonería debe tener pendientes tres cosas emanadas de la gerencia efectiva de las empresas florecientes: buena calidad de lo que se ofrece.

1.- BUENA CALIDAD DE LO QUE SE OFRECE
Es decir buena calidad de lo que se ofrece quiero referirme a lo que la Orden ha ofrecido a la sociedad profana a largo de su historia. Para ello es importante remontamos un tanto a los orígenes de la Masonería moderna, institución que surge en una época de entusiasmo intelectual, acompañado de verdadera pasión por aprender y comprender el mundo mediante el uso de la razón. Era una época que buscaba salir del oscurantismo y el dogmatismo medieval y la Masonería llevaba la antorcha.

La Masonería en sus albores significó un rompimiento juvenil con todo lo viejo de la sociedad feudal. En esa época se fue lanza en ristre contra el dogmatismo imperante. Por eso, frente a la filosofía de la Iglesia, expresada en el pensamiento de San Agustín: "Creo para comprender", la Masonería recogió el pensamiento de Abelardo, quien invirtió esa divisa y afirmó: "Comprendo para creer", lo cual significaba el despuntar de la edad de la razón. Por eso para la Masonería la Fe no es la del teólogo, que la pregona como fuente de conocimiento suprasensible, sino la Fe de la Edad de la Razón, consistente en la certeza de lo que se espera. De ahí que la Fe de la Masonería está "en la verdad que proclamamos"(3).
 La Masonería también combatió el autoritarismo vigente en aquellos tiempos aciagos, en los cuales los Masones acostumbraban finalizar sus tenidas con el siguiente juramento: "Juro guerra eterna contra los tiranos y la tiranía, y libertad para los pueblos". En el Credo Masónico se insistía en el combate a los tiranos y para el pueblo esclavizado se auguraba un bello porvenir. Con esa vitalidad, la Masonería, en muchas coyunturas históricas, buscó la transformación frente a la injusticia, y de hecho logró cambiar la organización de las estructuras obsoletas.
Puede decirse entonces, que en su discurrir a lo largo de la historia, la Masonería ha ofrecido a la humanidad su espíritu rebelde. Y si observamos con detenimiento, descubriremos que su acción ha estado dirigida contra aquellos grupos sociales culpables del desorden y la injusticia social. Con un ambiente así, donde se generaban ideas signadas por el espíritu de renovación, la juventud no quería perder el derecho a tener un cupo entre los forjadores de la historia de la humanidad.
En ese ámbito floreció la Orden. En cambio, comenzó a perder la densidad de su población cuando dejó de ser rebelde en medio de tejidos sociales desgastados. Desde ese momento empezó a menguar su poder de arrastre, necesitando hoy, con urgencia, volver a la novedad virginal de su llamado.

2. BUENA PRESENTACIÓN DE LA MASONERÍA
La Masonería necesita volver a ser atractiva. En ese sentido, es necesaria la buena presentación. El Masón ha de ser eternamente joven. Por eso entre sus atributos está el de ser cortés. El Masón debe inspirar simpatía. Debe ser amable y tener no sólo buen humor, sino una filosofía de las relaciones humanas. Un proverbio chino dice: "El hombre cuya cara no sonríe no debe abrir una tienda". Si hay un Hermano que proyecta una imagen negativa en el seno de la Institución, es decir, que descompone el ambiente, ¿Cuál será la imagen que proyectará a los profanos? Algo más: El Masón debe tener sólidos conocimientos Masónicos. ¿Cómo es posible que haya Masones de Grados Capitulares predicando que la justicia profana es superior a la justicia Masónica? Se olvidan que para la Masonería la Sociedad Profana está sólo semicivilizada, las verdades esenciales permanecen todavía rodeadas de oscuridad, engendradas por prejuicios e ignorancia en que muchas veces la fuerza y la corrupción vencen al Derecho. De ahí que las autoridades Masónicas deben ser más exigentes en el cumplimiento de las normas y mandatos Litúrgicos para la formación de las Columnas y los ascensos en la escala Masónica, con el fin de alcanzar lo que estoy llamando: la buena presentación.

3. SABER ESCOGER A LOS CANDIDATOS
La Masonería, para ser nuevamente atractiva, tiene que ser más rigurosa, no sólo en la configuración de sus Columnas, sino en la selección de los aspirantes, los cuales no deben cruzar el umbral de nuestros Templos por el simple amiguismo, sino porque sean hombres libres y de buenas costumbres, puesto que la Institución no necesita en sus filas profanos con Mandiles, sino "Obreros del pensamiento y de la Libertad". Es decir, hombres que asistan a sus Logias para prepararse y poder combatir la ignorancia, sepultar el vicio y desenmascarar al hipócrita; hombres capaces de producir reflexiones propias y que dejen la rutina de reproducir en la Orden los vicios de la sociedad profana.

4. CONCLUSIÓN
De todo lo anterior se puede concluir que el objeto de la Masonería es el hombre en toda su dimensión humana. Se trata del mismo hombre del cual se ocupan las diferentes ramas del conocimiento científico y popular. Pero no hay duda de que la comprensión del hombre y del mundo, desde el punto de vista de la Masonería, es distinta a la comprensión antropológica y cosmológica que se tiene desde el punto de vista de la Sociedad Profana. De ahí que el concepto de juventud sea diferente desde los distintos puntos de mira.

Nuestra Masonería, hoy como ayer, tiene los principios y el método para transformar al hombre y cambiar el mundo. Ella tiene la antorcha. Sin embargo, no se puede olvidar que la teoría sólo cobra sentido en la acción. Por tanto es necesario que asuma su papel de verdadero guía del pensamiento hispano­americano y mundial, perfeccionando sus Columnas, exigiendo calidad en los trabajos y rigor en los ascensos, abriendo las puertas del Templo a espíritus progresistas que hayan sido investigados con rigurosidad, y dejando la inercia para trabajar juntos por una sociedad más libre y más fraterna.

Fuentes:
-Revista Inter Nos, Gran Logia del Perú.
-CARNICELLI, Américo. Historia de la Masonería Colombiana. Ed. Artes Gráficas, 1975, tomo I, p. 170.

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